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Los nombres propios: ¿se traducen?

Los nombres propios no se traducen. ¿Fin del artículo? No.

Aunque como regla general se dice que los nombres propios no se traducen, todos usamos las traducciones de cientos de lugares que tienen una versión reconocida en español. Así, hablamos de Londres, Copenhague, Finlandia, Jordania, Moscú, Pekín y Tailandia. Menos mal que no tenemos que usar (y pronunciar bien) London, København ni Suomi, y que, gracias a la transliteración o transcripción, no tenemos que descifrar الأردن, Москва, 北京市 ni ประเทศไทย.

¿Hay otros casos en los que los nombres se traduzcan?

Nombres de marcas

Cuando una empresa amplía sus horizontes, suele mantener el nombre de su marca si el público al que se destina el producto habla un idioma que usa el mismo alfabeto. Si no es el caso, muchas empresas buscan adaptar el nombre de su marca de modo que sea pronunciable en el nuevo mercado. Es lo que han hecho empresas como Apple, BMW, Coca Cola y Reebok.

Existen varias maneras de adaptar el nombre. Por ejemplo, se pueden usar caracteres que representen sonidos similares, pero hay que tener mucho cuidado de que no quede parecido a una palabra o frase que sea ofensiva o que suene mal en la lengua de destino. Por eso, existen empresas dedicadas a evaluar nombres posibles de marcas que hacen encuestas entre nativos de la lengua (y la región) del nuevo mercado para asegurarse de que no haya asociaciones negativas.

Por supuesto, una vez que se decide un nombre en un determinado idioma, este será el que quede. No se puede estar cambiando a cada rato el nombre de una marca, salvo que haya razones apremiantes [1].

Nombres de personas

Antes había una tendencia a traducir los nombres de las personas (y de todo), tanto de la vida real como de la ficción [2]. Quizás, como yo, hayas escuchado hablar de Julio Verne, Alejandro Dumas, Arturito y Trepeo. Tal vez hasta de Guillermo Shakespeare y Bruno Díaz (que vive en Ciudad Gótica) [3].

Sin embargo, ya no se estila traducir tantos nombres. Eso se reserva únicamente para personalidades muy importantes.

Generalmente, los nombres y los apellidos de las personas se transfieren, con lo cual se conserva su nacionalidad, siempre que los nombres no tengan connotaciones en el texto. Peter Newmark [4]

Estas connotaciones de las que habla Newmark pueden surgir en un texto literario, en el que los nombres “dicen algo del personaje que los lleva” [5]. Por ejemplo, la comedia de Oscar Wilde The Importance of Being Earnest (1895) se ha traducido tradicionalmente al español como “La importancia de llamarse Ernesto”. Pero en este título se pierde el doble sentido del original, que juega con la pronunciación del nombre Ernest y la palabra earnest (sincero, honesto), un detalle muy importante en la trama de la obra. La traductora Patricia Labastié logró mantener ese juego en su versión llamada “LA IMPORTANCIA DE SER FRANCO” [6].

De todos modos, todavía queda algún personaje con un nombre traducido que ya está “demasiado instalado” [5] y sería difícil reconocerlo y acostumbrarnos si tiene otro nombre. Lo que sí queda claro es que si vos o yo viajamos a un país extranjero, nuestros nombres no cambian.

En conclusión

Por lo general, los nombres propios no se traducen. Sin embargo, puede haber casos en los que sea necesario, hasta obligatorio, traducirlos o adaptarlos para que sea fácil de entender y usar en el público al que va dirigido. En ese caso, lo importante es investigar bien la versión reconocida en la lengua de destino.

Aquel que tiene buen nombre

muchos disgustos ahorra:

y entre tanta mazamorra

no olviden esta alvertencia:

aprendí por esperiencia

que el mal nombre no se borra.

Martín Fierro, J. Hernández

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Créditos de las imágenes

Lucía Sol Photography

[1] Este artículo cuenta cómo se adaptaron al chino las marcas que mencioné, y por qué Coca Cola tuvo que cambiarlo.

[2] Un artículo de La Nación de hace varios años cuenta que en la década del 60, en Argentina, se editaron los primeros discos de The Beatles con el nombre de Los Grillos. Y ni si quiera era acertado, porque el nombre del conjunto inglés surge de una combinación entre beetle (escarabajo) y beat (ritmo), según se explica en el mismo artículo. También se cita al coleccionista Daniel Lewi, que explica que “traducir el nombre de artistas nuevos era algo frecuente en aquella época. Little Richard era Ricardito; Gerry & The Pacemakers fueron Gerry y Los Marcapasos; y The Who, Los Búhos”. 😲

[3] Los nombres originales son Jules Verne, Alexandre Dumas, R2-D2, C-3PO, William Shakespeare, Bruce Wayne y Gotham.

[4] Newmark, Peter. A Textbook of Translation. Reino Unido, Prentice Hall International, 1988 [p. 214]. Traducción propia. Cuando Newmark habla de “transferir” se refiere a no traducirlo, a dejarlo como está.

[5] Ingberg, Pablo. Escribir palabras ajenas. Villa María, Eduvim, 2019 [págs. 147-150].

[6] Otro detalle son las mayúsculas en el título. En inglés, los títulos de libros, artículos, etc., llevan mayúsculas en la letra inicial de las palabras más importantes. En español, no, así que se notaría la diferencia entre el nombre Franco y la palabra franco.

2 thoughts on “Los nombres propios: ¿se traducen?”

  1. ¡Muchas gracias, Agustina!
    Interesantísima la historia de las Lays 😄. Aun compartiendo el idioma, la cultura puede ser muy distinta. ¡Gracias por compartirla!

    Like

  2. Hola, Selene. Hace muy poquito un inglés me contó la historia de las papas fritas Lays (Walkers, originarias de Leicester). Cuando la empresa se expande o quiere importar el producto de las papitas a los EE.UU., deciden cambiar/adaptar el nombre original de la marca. Si bien el motivo que los llevó a hacerlo no era más que puramente económico, se dice que no imaginaban a un americano pronunciando “bien” la palabra Walkers ni identificándola con un paquete de papas fritas. Si ves ambas marcas, hasta el día de hoy las dos mantienen el fondo del logo.
    En fin, ¡que lindo artículo!

    Saludos,
    Agustina

    Liked by 1 person

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