La inteligencia artificial (IA) ha revolucionado nuestro trabajo y hasta nuestras vidas. Esta tecnología sin duda tiene muchas ventajas que mejoran el desempeño y la productividad en muchas áreas.
Sin embargo, como vimos en el artículo anterior, no es una solución milagrosa para todo. Aún se necesita el toque humano en muchos ámbitos, entre ellos el lingüístico. El lenguaje no es una fórmula matemática, tampoco se lo puede predecir con facilidad. Prácticamente cada enunciado es una nueva combinación de palabras, sentidos y significados.
Quizás la traducción automática pueda generar los textos mucho más rápido. También ha sido útil su uso con lenguas minoritarias, en las que puede ser más difícil encontrar traductores[1]. Aun así, las traducciones generadas automáticamente no logran un nivel de calidad final. Todavía necesitan que un ojo humano experto revise ese texto y se asegure de que sea preciso y fácil de leer.
Qué revisar en una traducción automática
Hay varias cuestiones relacionadas con las estructuras, los significados, los usos e incluso el sentido común que la traducción automática aún no interpreta correctamente. A continuación, vamos a ver algunos ejemplos que pueden surgir en las traducciones del inglés al español.
Cuestiones gramaticales
El español tiende a ser un idioma más específico que el inglés. Por lo tanto, hay que prestar mucha atención al contexto y usar el sentido común para poder distinguir género (Dr. Patel > ¿es doctor o doctora?), tiempos pasados (had > ¿es tuvo o tenía?) o la simple diferencia entre ser o estar (She is happy > ¿Es feliz o Está contenta?). A veces ni siquiera hay información disponible en el texto y puede hacer falta una investigación adicional, como en el caso de los nombres. Además, los traductores automáticos a veces no diferencian las clases de palabras, sobre todo en oraciones extensas. Por ejemplo, pueden confundir si functions es un sustantivo o el verbo en tercera persona singular del presente simple.
Significados
De forma similar al punto anterior, hay palabras del inglés que se traducen de distintas maneras al español según el contexto. En este artículo y en este otro ya mencioné algunas. Otro ejemplo es stroke, que puede referirse a un accidente cerebrovascular (ACV), a un golpe o a acariciar[2]. Los traductores automáticos (en especial los neuronales) han mejorado mucho la traducción en contexto. Pero incluso si nos quedamos solo con el primer significado, existen varias expresiones para referirse a lo mismo, como derrame cerebral o apoplejía, y ahí es donde fallan: no son coherentes. Usan un término en una oración y otro en la siguiente. Eso puede ser confuso y desviar la atención del lector.
Los traductores automáticos tampoco perciben las ambigüedades, las expresiones con doble sentido, los neologismos, los juegos de palabras y las expresiones idiomáticas (no todas, al menos).
Variantes de un idioma
El español es la lengua mayoritaria de unos veintiún países y se habla en muchos más. Según el último informe del Instituto Cervantes, más de 600 millones de personas son usuarios potenciales de español en el mundo[3]. Aunque en general todos nos entendemos, es inevitable que haya diferencias tanto en la pronunciación como en el vocabulario e incluso en la gramática. Así que si alguien quiere localizar su contenido al español de Argentina, no sería conveniente que el texto hable de costes, vídeos, ordenadores o cacahuetes. ¡Y cuidado con piña y currar!
Registro
Cuando el original en inglés dice you, hay que tomar una decisión y mantenerla. Decidir, primero, si es un you impersonal o si se está dirigiendo al lector. Y si se trata de lo segundo, decidir si se va a dirigir al lector de manera formal o informal. Pero después de decidir, hay que ser coherente en todo el texto, algo que los traductores automáticos no hacen.
Errores en el original
Es común que haya errores en un texto de cualquier tipo. Desde un simple error de ortografía, o una palabra cambiada por un autocorrector, hasta errores más graves o más extensos. Los traductores automáticos solo traducen lo que se les da, aunque no tenga sentido. Y hacen lo que pueden con lo que tienen. En este caso, la ventaja del traductor humano no solo está en hacer una buena traducción, sino que pueden contribuir a mejorar el original.
Cuestiones varias
Los usos de las mayúsculas y de la puntuación varían de un idioma a otro. Los acrónimos a veces tienen equivalentes en el idioma meta, otras se dejan en el idioma original y otras ni siquiera hace falta incluirlos. Estas también son cuestiones que los traductores automáticos no tienen en cuenta. Pueden ser detalles, pero son importantes para dejar una buena impresión en el lector.
Posedición
La revisión de errores, como los mencionados y otros, requieren un alto grado de atención por parte del traductor que haga la posedición. Es por eso que a muchos nos resulta más fácil traducir de cero que poseditar. Entre tantas cosas que corregir se podría escapar un error importante que un traductor humano nunca cometería. Los humanos no somos infalibles, pero tenemos la ventaja del sentido común que los programas automáticos no tienen…
Cuándo no conviene
Claro que los peligros de confiar en la traducción automática tienen mayor importancia en algunas áreas que en otras.
En textos de medicina, en los cuales están implicados la salud, el bienestar y hasta la vida de los pacientes, sigue siendo muy arriesgado. En otras áreas, como el marketing o las obras literarias, tampoco es posible valerse de la traducción automática. Los juegos de palabras y las referencias culturales son difíciles de comprender y, más aún, de trasladar a otro idioma, así que se necesitan traductores humanos.
Por otro lado, la ausencia de creatividad que suele caracterizar a los textos técnicos no implica que sean más fáciles de traducir automáticamente. La elección de las palabras adecuadas según el área de especialización y, como vimos, las variantes de un mismo idioma pueden ser todo un desafío que los traductores automáticos no logran percibir.
Unas últimas palabras
Los avances tecnológicos no necesariamente significan el fin de aquello que afirman “reemplazar”, como se muestra en estas citas:
Tal vez sea útil no perder de vista que la imprenta, pese a las lógicas predicciones sobre ‘el fin del mundo’ artesanal, no erradicó el gusto por los textos manuscritos. Gutenberg y sus seguidores, por el contrario, intentaron emular el arte de los copistas, y la mayoría de los incunables tienen el aspecto de los manuscritos. A finales del siglo XV, aunque la imprenta ya estaba muy asentada, aún no se había perdido el interés por la escritura elegante, y algunos de los ejemplos de caligrafía más memorables todavía no se habían producido. A medida que los libros se conseguían con mayor facilidad y más personas aprendían a leer, también eran más las que aprendían a escribir, muchas veces con gran arte y distinción, de modo que el siglo XVI se convirtió no solo en el siglo de la palabra impresa sino también en el de los grandes manuales de caligrafía. Es interesante señalar con cuánta frecuencia un avance tecnológico −como el de Gutenberg− promueve, en vez de eliminar, lo que se supone que está destinado a reemplazar, haciéndonos tomar conciencia de virtudes antiguas que sin él podríamos haber pasado por alto o despreciado por considerarlas obvias. Alberto Manguel[4]
No hay expertos en technological forecasting que anuncien la desaparición del fuego, la rueda o el alfabeto, inventos milenarios pero no superados. Gabriel Zaid[5]
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[1] Sin embargo, cabe mencionar que para generar traducciones automáticas es necesario que haya suficiente contenido en ese idioma para entrenar el programa, algo que es más difícil en el caso de las lenguas minoritarias. Ver también el artículo How minority languages found an unlikely ally in translation companies [Consulta: 20 de noviembre de 2024].
[2] El verbo to stroke significa acariciar. Como sustantivo, stroke puede significar golpe, trazo o pincelada, palada (con un remo), la barra (como en uno barra dos: 1/2), también puede ser el latido del corazón y, como dije, un ACV. Ver más en https://www.merriam-webster.com/dictionary/stroke [Consulta: 15 de enero de 2025].
[3] Los “hablantes potenciales” incluyen al grupo de dominio nativo y grupo de competencia limitada. Solo el grupo de dominio nativo consta de 498 497 757 personas.
[4] Manguel, A. Una historia de la lectura. Siglo Veintiuno Editores Argentina, 2014.
[5] En Los demasiados libros, citado en Báez, F. Nueva historia universal de la destrucción de libros. Editorial Océano de México, 2013.

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